domingo, 17 de mayo de 2015

Capítulo 10

- Montar en el toro es increíble Lara, ya lo verás, - le dijo Germán aquel viernes por la noche.
- Yo... no creo que me monte, pero gracias.

- ¿En serio no te animas?


- Yo la primera vez que lo hice me quedé boca abajo colgado del cactus.
Lara no pudo evitar reír.
- Si ríete, - añadió el con humor, - pero fue patético, y perdí mi dignidad delante de los colegas.
- Oh, una desgracia, - rió, - anda, vamos a ver tu numerito.


Ambos entraron en el local. Lara no tenía muchas ganas de nada, pero lo cierto era que Germán la hacía reír a veces. Entonces trataba de olvidar...


Germán se montó en el toro mecánico como todo un profesional. A ver cuanto duraba encima de aquello, - pensó Lara.


El toro comenzó a dar vueltas y coces como un loco mientras el agitaba el brazo en alto y gritaba entusiasmado.


Entonces, inevitablemente, Lara volvió a quedarse pensativa. Así llevaba desde hacía días, concretamente desde que viera a Kalean la última vez.


Mientras ella estaba sumida en sus recuerdos y pensamientos, el toro mecánico vapuleaba a Germán que reía divertido.


Pero Lara no podía prestarle atención a aquello, ella solo hacía recordar aquellos ojos color ámbar encendido, sus largos colmillos, y también, por supuesto, sus cálidas palabras, sus advertencias. Lara siempre había intuido que podía fiarse de Kalean, pero el saber que el no era un ser humano normal, sino que era un vampiro y que estos existían, el pensamiento de que el pudiera morderla, la había puesto mas que nerviosa.


Aún así, Lara miraba a su alrededor por si lo veía.


En el fondo, muy en el fondo de su ser, anhelaba encontrárselo, verlo, saber que no la había olvidado.

Cuando Germán terminó de montar el toro de forma exitosa, subieron al piso superior. Entonces el puso música. A lo mejor alguna chica que estuviera colada por el, estaría admirada y encantada por sus aires de niño algo creído, pero ella no estaba impresionada.


- Buah, esta está genial, ¿te gusta Lara? - le preguntó.


- Si, está muy bien, - sonrió.


- Vamos a jugar un billar, - propuso el, - te advierto que conmigo no tienes ninguna posibilidad de ganar ¿eh?

- Bah, eso se verá.


Pero mientras Germán jugaba, su mente no pudo evitar volar lejos. ¿Volvería a ver a Kalean algún día? ¿Se habría olvidado de ella? Y si la mordía para alimentarse... ¿qué? Quizás debiera tener pánico o miedo o incluso repulsa, pero el caso es que, con solo recordarlo y pensar en el, su corazón palpitaba mas rápido.


El local cerró y tuvieron que abandonar la partida.
- ¿Estás bien Lara? Te veo melancólica, como ausente, - le dijo el acertadamente.


- Lo siento Germán, tu no tienes la culpa, soy yo que estoy algo... despistada. Tengo... muchas cosas en la cabeza.
- El próximo día lograré que te animes, te lo prometo.
- Vale.
Entonces la llevó a casa en su flamante Audi.


A la mañana siguiente, Elena fue a recogerla para ir a clase.
- Bueno, ¿que es eso que me tenías que contar? - le preguntó.
- El otro día conocí a un chico en el parque y me ayudó con los deberes ¿sabes?
- Anda, que suerte ¿no?


- Supongo, - dijo sin mucho ánimo, - el caso es que después me encontré con Kalean y me dijo que no saliera con Germán.
- ¿El de los deberes?
- Si. Me dijo que no era de fiar, que no quería que estuviera con nadie. Y entonces... sus ojos comenzaron a cambiar y... se pusieron... como el fuego, y sus colmillos crecieron. El... es un vampiro Elena.


- ¿Un vampiro? - preguntó escéptica su amiga, - anda ya, pero si los vampiros no existen.


- Te aseguro que lo es, no te miento. El... se alimenta de sangre y el sol le hace daño.
- ¿En serio es un vampiro?
- Si. Yo... me asusté y me fui. Y anoche salí con Germán.
- No le hiciste caso a Kalean por lo que veo.
- No.


- Lara, no conozco a ese Germán y no se si Kalean tiene razón o no, lo único que se es que... ese vampiro te vuelve loca, y Germán no. Haz lo que te dicte tu corazón Lara, siempre.
Ella suspiró.
- Gracias Elena.


Lara siguió saliendo por ahí con Germán. El era guapo y ocurrente, muchas veces divertido, pero a ella no le gustaba. Solo salía por hacer algo, por dejarse llevar, y una vocecita en su interior le decía que solo estaba huyendo.


Aquella noche fueron a una discoteca y pidieron unas bebidas.


Lara seguía melancólica y pensativa. No había vuelto a ver a Kalean, y eso era como una espinita que tenía clavada en el alma.


La chica de la barra le dio su bebida a Germán.


Y luego terminó de preparar la suya.


- Ahora cuando termines de beberte lo que has pedido bailamos, ¿te parece? - le propuso Germán.


Momentos después los dos bailaban en la pista al ritmo de la música.


Mientras disimulaba haciendo ver que estaba animada, Lara recordó que Kalean la invitó a bailar el primer día que hablaron. Eran tantas las cosas que no había podido hacer con el...
Y ya era demasiado tarde, - pensó tristemente.


Tras el baile, ambos se sentaron. Lara seguía abstraída; a Germán en cambio, algo le bullía en la cabeza.


- Aaaahhh, - Germán disimuló un largo bostezo mientra Lara parecía despistada.
Vamos tío, - pensó Germán para si, - lánzate venga, con un par...


Germán pareció desperezarse por el bostezo y dirigió su brazo hacia los hombros de Lara. Tenía que caer, - se dijo, - un momento después, ella estaría entre sus brazos...


Continuará

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