martes, 19 de mayo de 2015

Capítulo 11

- El gilipollas este se creerá que soy tonta, - pensó Lara para sus adentros, - no irá a hacer lo que pienso ¿verdad?




Pero un segundo después sintió como la mano de Germán estaba a punto de posarse sobre sus hombros.

- Ah joder, aquí hay que hacer algo... - pensó.


- ¡¡¡Aaaat...chís!!! - Lara "estornudó" ruidosamente.
Por lo menos de momento había servido para que el apartara el brazo, pero por si acaso...


Lara comenzó a toser como una loca, tanto que se hizo daño en la garganta.
Germán por su parte se preguntaba si habría metido la pata lanzándose. ¿Había en el mundo alguna otra chica mas estrecha que Lara Montenegro?


- ¿Te encuentras bien? - le preguntó Germán.
- Espera...


- ¡Que haces! - gritó Lara deteniendo la mano de Germán que iba a posarse en ella, - no vas a darte el lote conmigo, y menos tan pronto.


- Joder con los tíos, sale una unas cuantas veces con ellos, y ya se creen que estamos dispuestas a todo. ¡Mierda!


- Creo que he metido la pata, por precipitarme, - pensó Germán en su interior.


- Ya está bien de perder el tiempo con esta frígida, no voy a sacar nada, así que hay que pasar a la acción, que es a lo que vamos.


Tras disculparse y suavizar la cosa, Germán quedó con Lara otra noche.


- ¿Donde vamos por aquí Germán? - le preguntó ella extrañada.
- Ahora lo verás. Te lo vas a pasar de miedo.


Germán tuvo que disimular para no soltar la carcajada después de su último comentario. Lara miraba a su alrededor pensando si por allí habría alguna discoteca, antro u otra cosa.


- Tranquila Lara, y déjate llevar. Verás que nochecita, - le dijo él muy seguro de si.


Momentos después se detenían frente a una casa de dos plantas con jardín.
- Si, esta está bien, - murmuró Germán como para si mismo, - servirá.
- ¿Que pasa Germán? ¿que hacemos aquí? ¿es tu casa?
- No.
- ¿Entonces? ¿para que nos va a servir? ¿y por qué te has puesto unos guantes negros?


- Cállate y sígueme tonta, pareces una paparazzi haciendo tantas preguntas.


Germán entró decidido en el jardín, subió las escalinatas y se acercó a la puerta de entrada.
- Esto es coser y cantar, - rió mientras manipulaba la cerradura con algo que se había sacado del bolsillo.


- Germán, ¿estás loco? Esta casa no nos pertenece, vámonos, - le dijo ella casi sin atreverse a entrar en el jardín.


- Mira que eres tonta ¿eh? Si ya está abierta. Ven aquí.


Un segundo después abría efectivamente la puerta.
- ¿Lo ves? Era pan comido. Ven conmigo Lara. Nos vamos a forrar, ya lo verás.


- Vaya, ¿que tenemos aquí? Esto no parece estar nada mal.


- Germán, ¿en serio dices que vas a robar? ¡Estás loco! ¡Vámonos tío!
- No seas gilipollas Lara, y no voy a robar, vamos a robar, los dos, que no se te olvide, así que ayúdame. Tu eres mi chica ¿no?


- Oh Dios, ¿en que lío se había metido? - pensó ella. Y en ese momento recordó los consejos de Kalean; el le dijo aquella noche que Germán no era trigo limpio, que no era bueno y que no debía salir con el, y tuvo razón, debió haberle hecho caso, pero ya era demasiado tarde.


- Vaya, que bueno. Pero si es una tele de plasma, como mola.


- Ven Lara, ayúdame a cogerla y llevarla al coche, - le pidió Germán.
- Ni lo sueñes Germán, no pienso tocar nada.
- Mira que eres idiota ¿eh?


Cuando Lara lo vio coger aquella tele y llevársela al coche, se asustó mas pensando que, efectivamente, aquello iba en serio.


- Ya está, - dijo el al regresar, - gracias por no ayudarme, no se puede contar contigo, estás muerta de miedo tía.
A Lara no le salían las palabras. Solo miraba el hueco en la pared donde antes estaba la tele de plasma.
- A ver que mas hay por ahí... - dijo Germán yendo hacia otra habitación.


- Joder, pero si es un ordenador de ultima generación. Este debe ser nuevecito.


- Germán, por lo que mas quieras, vámonos tío, le suplicó ella.
- Voy a llevarme el ordenador. Anda, ayúdame y no seas tonta. Si quieres te lo puedes quedar.
- ¿Yo? Tu estás mal de la cabeza. Ya te he dicho que no pienso tocar nada en absoluto.
- Muy bien, pues tu te lo pierdes.


Momentos después, el escritorio estaba vacío. ¿Con quien demonios había estado saliendo ella últimamente? - se preguntaba.


Tras subir al piso superior, Germán entró decidido en una de las habitaciones. Lara lo seguía asustada y suplicándole que se marcharan.
- Germán por favor, devuelve las cosas y vámonos.


Pero el la ignoró.
- Vaya, este cuarto debe ser de dos viejos, - comentó, - miraré si hay dinero en los cajones de la cómoda...


Y tras coger unos cuantos billetes, fue a otra habitación.
- No se como tienes valor para hacer esto Germán, - le dijo ella seria.
- Tengo todo el valor que a ti te falta. ¿Quieres la mitad del dinero?
- Sabes que no.
- Ya, me lo temía. Eres una cobarde, y si no fueras frígida, ahora mismo follaríamos los dos en esa cama, para celebrar el botín que nos vamos a llevar.


Lara se quedó sorprendida e incluso escandalizada por su lenguaje. El jamás le había hablado así, pero aquella noche era como si Germán se hubiera quitado la careta. ¿Era este el verdadero Germán? ¿el frívolo? ¿el que robaba sin escrúpulos? ¿el que sería capaz incluso de meterse en una cama extraña con ella para celebrar un robo? Maldita sea... ¿por qué no haría caso de Kalean? ¿por qué el tiempo no podría volver atrás? Aunque la mordiera en el cuello y bebiera su sangre, ¿que mas daba? Por lo menos tendría esos labios suyos sobre su piel, pegados a su garganta...


- Bueno a ver, que tenemos aquí... - dijo Germán entrando en la otra habitación, - pero si es un telescopio. Guay, esto me lo puedo llevar.


- Y menudo aparatito. Con esto me pondré mas cachas todavía.


Pero en ese momento empezó a escuchar a lo lejos el característico sonido de una sirena de policía.
- Joder, la pasma, - pensó fastidiado, - hora de abrirse y dejar a esta pava con el marrón.


Y dicho y hecho. Germán salió corriendo escaleras abajo y se dirigió a la puerta.


Mientras abría y salía al exterior, escuchaba los pasos precipitados y las voces de Lara.
- ¡Germán!


- Germán ¿que pasa?
Pero el, tras mirar a su alrededor, salió corriendo como alma que lleva al diablo.


Lara, sorprendida por la rápida desaparición de Germán, ni siquiera había escuchado la sirena sonando a lo lejos.


Pero un instante después, al irse acercando, se dio cuenta de que se dirigía hacia allí.


Y cuando el coche de policía se detuvo en la puerta, Lara fue presa del pánico.
- Oh Dios mío, ¿que voy a hacer ahora? Germán se ha largado con todo y me ha dejado el marrón a mi... ¡Maldito cabrón! Estoy perdida...    


Continuará

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