jueves, 25 de junio de 2015

Capítulo 5

Sin salir de su asombro, Roberto vio avanzar hacia el a la chica que le ralló el coche, a la misma que, hacía unos días había tenido entre sus brazos y besado como un poseso.

¿Esa era su nueva jefa?


- Hola, - dijo ella con voz cálida mirándolo directamente.
A el no le salían las palabras.


- El es Roberto y este de aquí Alonso, - dijo presentándolos el Sr. Zafra. - Y ella, chicos, es Cristina Romero, y desde hoy será vuestra nueva jefa.


Fue decir aquello y recordar que aquella chica no era solo la guapa pelirroja que había deseado, abrazado y besado con pasión, sino la niña de papá que, sin escrúpulos había hecho que largaran al Sr. Zafra.


Mientras su antiguo jefe había estado hablando, y ahora ella comentaba entusiasmada las maravillosas innovaciones que iba a introducir en el periódico, Roberto no pudo evitar torcer el gesto y poner mala cara.


¿Como podía una mujer parecer tan tierna y especial y luego hacerle aquel faenón al Sr. Zafra?


Y encima Alonso la miraba recorriéndola con abierto descaro. Le daban ganas de echar la pota.


Aquel día fue el primero en su vida laboral que deseó con mas ganas salir del trabajo, y cuando llegó a casa fue en busca de su padre que leía en el despacho donde estaba el ordenador.
- Papá, tengo que hablar contigo.


- Dime, - Eduardo guardó el libro y Roberto se sentó a su lado en el sofá.
- ¿Te acuerdas de la chica que me rayó el coche?


- Ah si, ¿la del parking?


- Si, la pija que no sabía conducir, - añadió Roberto.


- Pues ¿sabes quien es?
- No, pero seguro que me lo vas a decir.
- Ni mas ni menos que mi nueva jefa, - siguió diciendo con cara de asco sin hacer caso del comentario humorístico de su padre.


- Vaya, eso lo cambia todo, - comentó reflexivo el padre.


- ¿Eso cambia el qué? ¿me lo puedes decir?


- Roberto, hijo, no te conviene estar de malas con la que desde ya va a ser tu nueva jefa, ¿no te parece?


- Yo lo único que se es que ella ha hecho que el Sr. Zafra se vaya antes de tiempo. Para mi ha sido una faena, y no me gusta nada, que quieres que te diga.


- Y encima ahora su situación económica no va a ser la misma ni mucho menos, - dijo compadeciéndose.
- ¿Estás seguro de eso? Yo tengo entendido que...


- Si papá, - lo interrumpió, - estoy seguro, el me lo dijo. Y encima la tendré que aguantar todos los días.


Pensando en eso, Roberto decidió que sería suficiente verla durante todas las mañanas hasta el día de su jubilación, como para además ir a pescar y encontrársela también allí, de modo que aquella tarde, en lugar de ir a su lago favorito, decidió acompañar a su padre al cementerio.


Llegaron ante la tumba de su madre y, como siempre, a su padre le pudo la emoción.


Roberto miró triste y fastidiado la tumba en la que estaba enterrada su madre desde hacía cinco años.
La vida no era justa, no señor. Ella era aún una mujer joven y podría haber vivido muchos años junto a su padre, pero aquel maldito cáncer se la llevó por delante.


Después de rezar ante la tumba de su madre durante unos momentos, Roberto vio como su padre se dirigía invariablemente hacia otra tumba.


Elisa era el nombre de la mujer que yacía allí, y su padre siempre iba a visitar su tumba.


¿Cuantas veces le había hablado de ella? Elisa fue el primer amor de su vida, ese que quizás nunca se olvida, y Eduardo aún lloraba por ella.


¿Qué pasaría entre ellos? Si se querían tanto, ¿por qué se terminó la relación? Eso su padre jamás se lo había contado, en cierto modo era un pozo de secretos que guardaba para sí.


Cuando llegó a casa, Eduardo se paró frente a la cómoda de su cuarto donde había un par de fotos muy importantes para el.


La primera era de el con Clara, su mujer. Cada vez que miraba a Roberto le recordaba a su madre; tenía el mismo pelo y color de ojos que ella. Lástima que se fuera tan pronto.


Y luego miró la foto que se hizo aquella primavera de 1968. Elisa estaba tan guapa.


Iban a casarse, pero entonces...


No, era mejor no pensar en el pasado, ni culpar a quien no tuvo culpa. Era mejor dejar todo aquello atrás y solo recordar los maravillosos momentos que vivió con su Elisa, la misma Elisa que ahora yacía bajo la tumba de un cementerio.


Continuará

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