viernes, 11 de septiembre de 2015

Prologo

La bruma y el silencio se extendían por el pantano.
En aquel extraño lugar casi siempre reinaba la soledad y una eterna niebla lo cubría todo con su manto de misterio.

El silencio fue interrumpido por el sonido de unas pisadas firmes que se aproximaban al viejo y desvencijado puente. Desde allí, solitaria, Milly lo vio venir.


Automáticamente ella le sonrió; llevaban mas de un año viéndose, pero casi siempre como a escondidas, y en sitios tan apartados e incluso lúgubres como aquel pantano. Pero a ella no le había importado nada con tal de estar con el, y cuando la había llevado durante los últimos meses a aquel hotel, la había hecho muy feliz en la cama. La cuestión es que aquella felicidad tendría sus consecuencias ahora. El siempre le había dicho que la amaba y que lo dejaría todo por ella, y ahora que el se aproximaba, en este momento, iba a averiguar si aquello era completamente cierto o no, lo cual le aterraba con tan solo pensarlo.
- Hola Milly, - la saludó el al llegar.


- Hola cariño.
- ¿Que pasa? ¿a que venía esa urgencia para hablar? - quiso saber el.
- Pues verás, es que... - comenzó Milly nerviosa y sin saber como soltarle aquello, - ya sabes que tenía un retraso, así que...


- Así que compré un test de embarazo y... a pesar del resultado, quise que me viera mi ginecólogo.
- Y qué.
- Pues... que estoy embarazada de... mes y medio mas o menos. Vamos a tener un hijo.
- ¿Vamos? ¿Me estás incluyendo a mi, Milly?


- Por favor cariño, no me gastes esas bromas; tu y yo llevamos año y medio por lo menos saliendo, y mas de siete meses acostándonos. ¿Que querías que ocurriera? Y sobre todo después de lo descuidado que fuiste las últimas veces, que ni siquiera usaste preservativo.


- ¿Que ni siquiera usé preservativo? - vociferó el, - ¿pretendes hacerme culpable a mi de tus descuidos?


- Cálmate cariño por favor.
- ¡No pienso calmarme! ¡Haber tomado anticonceptivos tu, no te jode!


- Además, - añadió el, - ¿quien me dice a mi que ese crío es mío? ¿eh?
Ella lo miró seria; acababa de quedarse de piedra.
- Estarás hablando en broma ¿no? ¿De quien quieres que sea si solo me he acostado contigo?
- Eso es lo que dices tu, - afirmó el petulante y muy seguro de si, - pero si te abriste de piernas conmigo, bien pudiste hacerlo con cualquier otro.


- No puedo creer que me estés diciendo eso.
- Pues créelo Milly. Primeramente sabes que tengo planes de futuro, y no pienso cambiarlos por nada ni por nadie.
- Pero tu dijiste...
- Cuando uno está cachondo o en la cama puede decir muchas cosas. Y además, como ya te he dicho, no me creo que ese crío sea mío, así que no pienso cargar con el, ¿te enteras?


- Eres un mal nacido, un hijo de puta. Sabes que mi madre está mayor y muy delicada, si le doy esta noticia no lo soportará. No me puedes dejar sola con esto. Debemos casarnos.
- No pienso hacerlo, ya te he dicho que no te creo y que primero están mis planes. Que cargue con el problema otro de los que te acostaste.
- Eres un cabrón, - le dijo sintiendo las lagrimas ardientes rodar por sus mejillas, - pero si yo no me acosté con mas nadie...


- Adiós Milly, - dijo el dando la media vuelta y alejándose, - olvídame ¿vale? porque no quiero volver a saber nada mas de ti y mucho menos de ese crío que vas a tener.


Milly se quedó allí sola, parada en el puente, escuchando alejarse por última vez los pasos del padre de la criatura que llevaba en su vientre. No le interesaba, ni siquiera la creía, no lo conocería, y la había dejado completamente sola con todo aquello.
La carga era tan grande que le era imposible llevarla.
Su madre era bastante mayor cuando la tuvo, así que ya tenía sus años y una salud delicada. Incluso había sufrido dos infartos y una angina de pecho, y el perder a su marido solo contribuyó a ponerla peor.
No, no podía llegar a casa y decirle: mamá, me he quedado embarazada y el padre de mi hijo me ha dejado, no va a asumir su paternidad ni a casarse conmigo. Si le dijera aquello la mataría.
Mientras las sombras de la tarde empezaban a cubrir el pantano, Milly sintió que la más negra de las desesperanzas se apoderaba de ella.  


Continuará

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