lunes, 19 de octubre de 2015

Capítulo 9

Al día siguiente, tal y como le propuso Frank, Helen se llegó a su casa.
- Hola guapísima, pasa.
- ¿Que tal estás?

- Súper bien. Me he enrollado con el de la tienda de segunda mano ¿sabes? Pero ven, vamos a sentarnos.


- Y bueno qué, ¿como capeaste el temporal? - quiso saber el.
- Bien, pero si te empiezo a contar por el principio, te diré que David me dejó plantada una cena muy especial que había hecho, y a la noche siguiente igual.


- Menudo mamón, y perdona que me exprese así, pero es lo que me sale.
- Ya, no pasa nada, lo comprendo.


- ¿Y que pasó?
- Pues que como me cansé de esperar salí a la calle y acabé en casa de Nelson.
- Espera, ¿Nelson es el buenorro que te compró el cuadro?
Ella sonrió.
- Si, fue muy amable.


- Estaba fatal Frank, siempre me quedo esperándolo sola, dice que va a venir y tarda y llega las tantas, así que cuando volvió me hice la dormida.
- Bien hecho. Yo le hubiera tirado la sartén a la cabeza pero tu estás mejor educada que yo.


- Ya, - sonrió, - por eso ayer cuando Nelson se llegó a la galería y me invitó a comer en el festival, acepté.
- Pues se te notaba en la cara que te lo habías pasado muy bien. Ese tío debe ser un fenómeno.
- Es muy atento y amable. Es... especial.
- Ya, y te pone como una moto, seguro, - bromeó Frank.


- El que me puso de los nervios anoche fue mi marido. Se metió contigo, no quiere ni que te hable, pero yo le dije que haría lo que me diera la gana y que lo mismo quedamos para salir.


- ¿En serio quieres quedar conmigo una noche? - se alegró el.
- Claro, ¿por qué no? He decidido que como David hace su vida, yo voy a hacer la mía. Uy, que hora es ya. Me tengo que ir Frank, - dijo poniéndose de pie.


- Espera, no te puedes ir sin que te de un abrazo de oso, - le dijo el rodeándola entre sus brazos, - eres una tía cojonuda ¿lo sabes? y te quiero un montón aunque haga poco tiempo que nos conocemos. Por ti me haría hetero, fíjate.
- Anda ya Frank.


- En serio. Anda, dame un beso.
Helen volvió la cabeza y el la besó en la sien.
- Y ahora en la boca.
- Si claro. Que a ti no te va el pescado Frank, ¿no te acuerdas?


- Yo he tenido mis historias ¿sabes? ¿pero te imaginas que nos viera tu marido?
Ambos se echaron a reír.
- Le daba algo. Bueno, ¿entonces quedamos este próximo viernes?
- Por supuesto querida, ¿lo dudabas?
- No, - volvió reír.


Los dos se abrazaron a modo de despedida y Helen se fue.


El viernes siguiente por la noche, Frank y ella salieron juntos por primera vez y fueron a una sala de fiestas.
Cuando salió de casa, David aún no había vuelto, así que aprovechó para largarse sin tener que darle explicaciones.


- Que sitio tan bonito ¿verdad? - le dijo el cuando se sentaron en la barra esperando sus bebidas.
- Pues si, es precioso.
- La que está guapísima eres tu. Esta noche estás deslumbrante, - la piropeó.
- Al final me voy a mosquear Frank, - sonrió ella.


- Conmigo no. Ven, vamos a bailar lento que este camarero tarda mucho en servir.
Y se la llevó para la pista de baile.


- Gracias por quedar conmigo Frank, - le dijo ella, - eres estupendo.
- Anda ya mujer, me encanta estar contigo.


Y en aquel momento, cuando mas absortos estaban en su conversación, de pronto Nelson apareció junto a ellos.
Helen captó su olor varonil característico, y su corazón comenzó a bombear furioso en su pecho.
¿Por que leches se tenía que poner tan nerviosa?
- Esto... Frank, el es Nelson, un cliente. El es mi amigo y vecino Frank, - los presentó Helen.


Frank, siempre espontáneo, lo miró con una sonrisa.
- ¿Quieres bailar con ella?
- Me encantaría.
- Pues os dejo. Acabo de recordar... que tenía algo que hacer. Un beso Helen, ya hablaremos.
Entonces Frank se marchó y ella se quedó a solas con Nelson. 


Continuará

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