jueves, 5 de noviembre de 2015

Capítulo 15

Helen se había decidido a pasar el día con Nelson, y qué diferente fue este día de cualquier otro pasado en su casa.
Nelson no la dejaba ni un segundo, era cariñoso, atento y detallista. Incluso cuando Helen se empeñó en cocinar para los dos, el estuvo todo el rato a su alrededor, la abrazaba desde atrás, la besaba, así que si no se le quemó la comida fue por algún milagro o los años de práctica que ya tenía.


Por la tarde el la invitó a relajarse en el jacuzzi.
Esto si que es vida, - pensó para sí misma. Era tan feliz allí con Nelson y se encontraba tan bien, que se podría llegar a acostumbrar, y era peligroso porque aún no sabía bien lo que iba a hacer con su vida.


Aquella casa era sencillamente preciosa. El la había sorprendido cuando salieron por la puerta trasera del salón, y vio que no solo había una gran piscina, sino un jacuzzi también.
Nelson rodeó sus hombros y la estrechó contra el.
- ¿Te lo estás pasando bien aquí conmigo Helen?
- Demasiado, - sonrió, - me podría acabar acostumbrando, sobre todo a ti, que eres un encanto.


- Pues acostúmbrate, que si quieres, esto es para toda la vida.
Tras decirle esto, el se inclinó sobre ella y sus labios capturaron la boca femenina, profundizando el beso después hasta perder ambos la noción del tiempo.


Había anochecido ya cuando Nelson se levantó del sofá con el móvil en la mano.


- ¿Algún mensaje, Nel? - le preguntó Helen.
- Si, es de mi madre que acaba de llegar a la ciudad y quiere que vaya a verla un momento.
- Ah.


Tras guardar el móvil la levantó del sofá y besó sus labios repetidamente.


- Me duele dejarte ahora, aunque sea solo un rato, - le dijo el rodeándola entre sus brazos.
- No pasa nada.
- Si pasa. Este día es para nosotros, y yo quiero vivirlo todo contigo, a tu lado. ¿Me perdonas por ausentarme?
- Uy, vaya delito Nel, - bromeó ella sonriendo.
- Gracias mi vida.


Cuando Helen se quedó sola, vio que David había respondido al mensaje que ella le mandara un rato antes. En el le dijo que al día siguiente por la mañana iría y hablarían.


Y ahora David le contestaba literalmente que como no volviera a casa la denunciaría por abandono del hogar. Después, muy celoso el, había añadido que esperaba que no se hubiera ido con nadie, porque si fuera así sería una zorra.


Una zorra... - pensó suspirando pensativa.
No sabía lo que era, pero en todo caso lo único que había hecho es hartarse de esperarlo sola siempre, de escuchar sus excusas una y otra vez, y había comenzado a vivir su vida. Era la primera vez en su corto matrimonio y en sus años de relación con David, que le engañaba con otra persona. Claro que había sido muy fácil, porque con un hombre como Nelson que la había buscado, la había acompañado, invitado, colmado de detalles y de amor... era muy difícil o prácticamente imposible no enamorarse.


Un rato después, mientras Helen esperaba tranquilamente en la cama, Nelson regresó.
- Hola mi amor, - la saludó.
- Hola, que bien que ya has vuelto. ¿Tu madre bien? - se interesó ella.
- Si. todo bien.


- Veo que me esperabas anhelante ¿no?
Helen sonrió.
- Si, esta casa no es lo mismo sin ti.
- Pues esa ropa interior que llevas te sobra, así que mientras yo me ducho, quítatela, anda.
- Mejor te espero y me la quitas tu, - contestó picarona.


La ducha de Nelson, mas que rápida fue supersónica.
Al terminar la desnudó, se la sentó encima, la besó y comenzó a lamerle el cuello, el escote, ambos pechos...
- Espera Nelson, tengo que hablar contigo.
- ¿Ahora? - las manos masculinas la acariciaban sin parar.
- Si, ahora.


- Está bien, pondré el freno. Dime mi amor.
- Mientras tu no estabas he recibido la respuesta de David a mi mensaje ¿sabes? Y he estado pensando.
- Ah, ¿y has decidido algo?


- Le he dicho que mañana por la mañana iré a casa y hablaremos. Voy a separarme Nel.
- ¿Lo has pensado bien?
- Si; tu me has dado en unos días lo que el no me ha dado en meses. Y además... estoy profundamente enamorada de ti. David... ha dicho que espera que yo no me haya ido con nadie, porque si es así soy una zorra.


- Y el es un capullo integral, por decirlo suavemente.
- Ya.
- Siento hablar así Helen, pero es que con hombres como el no puedo. Déjalo que piense lo que quiera o que diga lo que le de la gana. Lo importante es que tu y yo nos amamos con locura y vamos a estar juntos para siempre.


- Gracias Nel, bendigo el día en que te encontré en la bolera.
El sonrió mientras montaba sobre su cuerpo y comenzaba a hacerle el amor.
- Yo también me colé por ti aquel día.


Tras hacer el amor salvaje y desinhibidamente, ambos se abrazaron y se besaron.
- Te quiero Helen, siempre te querré. No tengas miedo a tener esa conversación mañana ¿vale? Yo estoy contigo para lo que sea, lo sabes.
- Si, gracias Nel. Yo también te amo.


Al día siguiente a primera hora de la mañana, Helen llegó a su casa.
Solo había pasado un día y dos noches con Nelson en su casa, y le parecían años. Era como si su sitio estuviera allí, en lugar de en su propia casa.
Sentía cierto temor a un enfrentamiento con David; no sabía como reaccionaría cuando le dijera que se quería separar. Le daba una pereza enorme tener que hablar del tema, soportar sus gritos, su mal humor o sus reacciones.


Al entrar no vio a nadie, lo cual le extrañó; ¿estaría durmiendo aún tal vez? Lo que si le llamó la atención fue la cantidad de vasos que había sobre el mueble bar. Seguramente habría estado bebiendo mas de la cuenta.


Helen fue al comedor por si David estaba allí desayunando, pero no fue así.


Entonces, al dar la vuelta y entrar de nuevo al salón, vio a David tirado en el suelo. Al entrar no lo había visto porque estaba oculto tras el sofá.


Helen comenzó a temblar y, asustada se llevó las manos a la boca.
- David... David ¿que te pasa?


Venciendo su repentino miedo y su temblor, se acercó a el y se agachó. Iba a tocarlo cuando vio unas marcas en su cuello. Entonces se dio cuenta de que estaba totalmente frío.
David estaba muerto.


Nerviosa y temblando, Helen apenas atinó a sacar el móvil y llamar a la policía. No quería pensar en lo que le habría podido pasar, no quería decir la palabra que definía lo que le habían hecho.


Tras avisar a la policía, Helen llamó a Nelson y, nerviosa le dijo que viniera. ¿En quien podría refugiarse en un momento así sino en el?


Y Nelson llegó incluso momentos antes que la policía.
- Oh Nelson, que horror.
- ¿Pero que ha pasado? Dime.
- David está... muerto.


- Creo... creo que lo han... matado, lo han...estrangulado.


Continuará

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