lunes, 16 de mayo de 2016

Capítulo 8

 Iván sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas y que éstas corrían rápidamente por sus mejillas.

Borja, aquel chico que vivía ahora allí, estaba besando a Alberto, y eso era algo que jamás había visto.


Y como ellos ya no tenían una relación como antes, no tenía derecho ninguno a decirle nada en absoluto, así que, para no estorbar y menos formar un escándalo, dio media vuelta y sin decir nada se fue. En aquel momento se sentía tan mal que necesitaba espacio y tiempo.


Iván se fue a un parque apartado, con unas hermosas vistas, pero en aquel momento él no veía nada; solo tenía que cerrar los ojos por un momento para volver a ver a Alberto besándose con Borja.


- ¿Y qué esperabas gilipollas? –se dijo a sí mismo, - ¿que Alberto hubiera seguido amándolo como él e incluso siéndole fiel después de aquel tiempo separados?


Ellos habían estado juntos desde críos, siempre el uno por el otro, y jamás había visto a Alberto besándose con nadie, solo con él, pero claro, por culpa de su ambición de mierda había perdido a la única persona que amaba de verdad y le importaba. Era para darse golpes contra una pared.


Por otra parte ahora comprendía mejor el rechazo de Alberto, el que no quisiera continuar su relación con él. Estaba claro que aquel niño pijo le interesaba, y quien sabe si ya estaban juntos desde hacía tiempo.
Durante horas permaneció allí solo, y únicamente supo llorar amargamente por haber perdido al amor de su vida, al único que de verdad le había importado.


Había anochecido ya cuando Iván volvió a casa. Fue derecho a su dormitorio, pero apenas había entrado, la puerta se abrió y apareció Alberto.


- Iván, por fin has vuelto, menos mal…
- ¿Qué pasa? Creí que no estarías pendiente de mi vuelta precisamente.


- Por Dios, qué tontería. Si he estado en un sin vivir desde que te fuiste. Tenía miedo de que… no volvieras. Me recordó a…
- Tal vez lo mejor hubiera sido estrellarme aquel día, o no volver aquí. Tú ya tienes…
- Yo no tengo nada Iván, -lo interrumpió, - nada en absoluto, solo tengo miedo de que un día salgas por esa puerta y no vuelvas. Estas horas en que no has estado me he dado cuenta de todo, de lo que aún siento y de lo inútil que es luchar en contra de eso.


Ambos se acercaron y Alberto comenzó a acariciar su rostro.
- ¿Estás seguro de lo que dices? –no quería hacerse ilusiones, - antes os vi… besaros a ti y al niño pijo ese.
- Estábamos hablando y Borja me besó en los labios de repente, pero no me interesa en absoluto y él lo sabe.


- Yo… yo solo te quiero a ti.
- ¿Estás seguro?
- En toda mi vida he estado más seguro de algo, pero eso sí, no voy a esconderme, y no quiero ambiciones de ningún tipo. Quiero que solo estés conmigo.


Iván lo abrazó impulsiva y estrechamente.
- Pero mi vida, si no deseo otra cosa. Todo el tiempo que estuve en el hospital me maldije a mí mismo y me llamé de todo por haber buscado algo que no fueras tú. Hace un rato creí haberte perdido para siempre y… me he pasado la tarde llorando. Te amo.
- Y yo…


Ambos se separaron lo justo y sus labios se buscaron mutuamente para besárselos por fin.
Alberto había llegado a pensar que aquello ya no volvería a hacerlo, que su amor se había ido para siempre y ya no existía, pero ahora que él estaba ahí junto a él y lo quería, no estaba dispuesto a perderlo. Lo amaba demasiado.


- Dios mío, -susurró Iván junto a su boca, -qué ganas tenía de volver a besarte. Me volvía loco deseándote.
- Y yo, que he vivido desesperado porque creía haberte perdido para siempre…
Sus lenguas invadieron insaciables la boca del otro, recorriendo, acariciando, saboreando.


Varios minutos después, cuando pudieron dejar de besarse, los dos se echaron en la cama.
Sus manos se estrechaban, se acariciaban mutuamente, y los dos se miraban profundamente enamorados.
- ¿Vas a quedarte a pasar la noche conmigo? –le dijo Iván con voz dulce.
- Por supuesto, y no voy a volver a pasar otra noche lejos de ti.


- Te quiero mi vida, - le confesó Iván apasionado mientras lo abrazaba contra él, - y voy a estar contigo siempre, siempre, y se lo diré al mundo entero si es preciso, que te amo más que a mi vida. Te juro que no te arrepentirás.
- Lo se cariño. Te adoro.


- Y yo a ti… -susurró mientras Alberto se inclinaba sobre él para besarlo.


Momentos después éste cubría el cuerpo de Iván con el suyo y ambos se besaban con renovada pasión, con todo el amor y el deseo que habían estado guardando durante tanto tiempo.


Continuará

No hay comentarios:

Publicar un comentario